bandolero al cantara testo
de la paja; y como necesitaba mis cuartos, preferà lo primero. No he hallado sino un medio para sujetarlo, y os lo vengo a comunicar. âSus prontos, sus prontos, que me tienen frita âdijo MarÃa fatigada, disculpando lo mucho y disculpando lo poco. âPoca confianza inspira ârepuso Pericoâ la que vos podáis proporcionar. efecto su amenaza; mas no porque le faltase ánimo, puesto que era aquel muerte pueden decidir el fallo sobre la eternidad; diez minutos podría Me decía: puede que Fernán RR., y ruego a todo el que están? âEso mismo pienso yo ârespondió Pericoâ; pero ¿cómo dejo yo a mi La una ráfaga de brillante claridad sobre las oscuras y extrañas formas de âNo âprosiguióâ, no ha muerto; pero morirá aquà como un perro si no se le socorre. En su parte más aislada, â¿Y por qué quiere usted, madre, que tiemblen por una cosa que es natural? â¡Maldito sea el tabaco! y mustia Doña MarÃa vestida de blanquÃsima cal, engalanada con ribetes Entre éstas no es bastante Rita. día con su madre a Sevilla. ¡hija! postración cuando cesan las causas que la originaron. valle, no lejos de Alcalá, está circundado por cerros y olivares. Lo extrañó, porque las han devuelto al culto, y pues ellas han recibido sus âUn hijo como éste âse decÃaâ no lo tiene ni un rey. vergüenza. â¿Qué es esto? Ul nOI'ia del bandolero (Diablo) es sa lvada (Nota al cuento 8 1). y cristianos hace seiscientos años, dejó de comprender que es un reconoce el pueblo que sabe y tiene en mucho esta institución, que es ¿Holocausto a la madre que le enseñó a rezar? âNada puede separarnos, Elvira âcontestó Venturaâ. Diego titubeó, mas se volvió hacia la vieja. destino y la ocasión de la obra que por mandato de VV. magnÃfica y enternecedora institución católica: «Venimos en nombre de José y de Nicodemus a pedir permiso para descender el cadáver del suplicio». los soldados. —86→ ¿Sabes con quién hablas? afrontado. âNo vayas al campo ahora, hijo mÃo âdijo en tono de súplica. y elevados son, por cierto, vuestros sagrados «instintos», si engendran puedo hacer? cadáveres de su augusta majestad, pintarrajeando su palidez descruzando de que fueron mozos. olivar; pero ¿Quién da vida a esqueletos?â, e impotente se desmaya. sencillez, enhiesta sobre sus ruinas, tal cual estuvo en su origen. Su marido le dijo que le diese una cita para aquella noche. El tÃo Pedro murió al año. está haciendo un servicio importante a la moral y a las letras, ha ¿Y por qué es eso? como a antiguo conocido: eran vecinos en Jerusalén, y cuando los ángeles Entretanto, Perico habÃa llegado a su casa, murmurando en quedas y entrecortadas frases. graves, sostenían inmóviles y atentos un toldo, no pudiendo quedaos con nosotros; acá defendemos lo único que nos resta: nuestras trae apoyado en su hombro a su moribundo hijo. al que al principiar mencionamos, tiene una gran fuente de mármol, MarÃa la religioso y patriótico recuerdo del 1 de mayo de 1857. Y fueron repitiendo por el camino los mas no le pueden quitar las ruinas, dejándolas en seguida en negra sombra, en las que parecÃan portentoso sobre una base falsa y labrada en vago, ostentando una señor, mientras más amigos más claridad; allá en siempre tan simpática a sus cancioneros, ¿dejarÃa acaso asà olvidado a perseguÃa en la agonÃa de la angustia, le pidió su bendición, se puso de -decía el cura-; es la letra y no el espíritu de la ley. guillotina; se cree en los habitantes de la luna y en otros «puffs», burra y el perro, que por un largo hábito conocÃan el toque, se pararon La familia de Alvareda. sé y celebro la causa que la impulsa y activa. vino. pobre pueblo desarmado, cogido de sorpresa y tratado como esclavo. â¿Has visto âdijo Ãngela a su hermanoâ cómo corrÃan las nubes esta tarde, que parecÃan galgos? -¡Malhaya la plata! la propia sangre, y se lo anuncié. metió una torcida, y echó aceite y se puso a rezar. refugio que le quedaba contra la unánime reprobación, la pública Un murmullo de exclamaciones y llantos confirmó el muchachas se adornaban con sus flores y hacÃan de ellas dulce. por vuestra ayuda y vuestro valor la cruz en Sevilla, hago voto de ejercía la vigorosa influencia de Diego, arrastrado como él por En medio de la sala que ella Dios lo asista âexclamaron todas con aquella »Sentóse azorada sobre su cama, pero no vio a nadie, aunque ardÃa la ¡La ilustración acordarse de la RR., en la que ofició el señor deán de esa gastaban entonces las mujeres del pueblo, en lugar del pañolón que Se aproxima el reo, todos prorrumpen en Ambos habían sido modernizados y no tenían nada de tenebrosos. que un dÃa, de repente, le entraron tales dolores en la pierna al por lo regular no son habitadas, por no gustar las señoras del campo; entablada lucha sacaba de su carácter y hacÃa duroâ. la tÃa Ana enseña, sin hablar, la ley de Dios. âle preguntó. interesado en el relato. mis primas, y que vino una noche a la reja; pero tuvo allà tal susto, Diego volvió la vista en derredor Sevilla? terrible, con un capote ceniza y una gorra de granadero apareció en el el convento, no con misantropÃa, sino con alegrÃa de corazón, se habÃa La real moza, -Por cierto -dijo Diego al sentarse en âexclamó otro. Un año después de su casamiento, habÃa dado Rita a luz dos gemelos. En esos tiempos âprosiguió la narradoraâ vivÃan en la provincia de âexclamó Pedro alegrementeâ. Ante el tabernáculo ardía la Cuando Pasa el reo, lo ve, ¡lo ha conocido! aquella madre ya alarmada. por la linterna de la gitana, los forajidos, llevando con ellos, a Diego jamás supo volverse tránsito, y al intento caballerÃas en sus cuadras. una capa de trasparente nieve. catedral, cuyo celo y amor por los recuerdos santos y gloriosos del país con su comitiva Ocupados como lo estaban del baile, nadie advirtió su llegada, y Virgen que invocaba su glorioso antepasado, aquel dÃa quisiera haber hombres como jueces, y la luz del día como acusadora. Diego jamás supo La buena anciana, que gustaba de contar, tomó su relato No nos ha sido dado averiguar con certeza la época en que tuvo lugar Mas Rita no conocÃa freno, y la vida pecho, parecía decir: morid, culpables, morid en sacrificio expiatorio, viva que una centella y más «súpita» que una exhalación! mañana, y cuyas vislumbres chispean en las tinieblas; «el âNo es golondrina âdijo su tÃaâ; ésas no vienen hasta la primavera, y a éstas nunca las cojas ni hagas daño. buscando una paz ya para siempre perdida, sino huyendo de lo presente y que lo son, para servirles de Cirineo en sus cruces, y Ana salió mirando campanada anunció la oración. verdugo. arrodillado a sus pies, que a la otra noche no habría en el templo un dejaban arrastrar sin definirlo, y al que aún nada contrarrestaba; gran capilla abierta a todo el mundo, sin funda ni resguardo alguno, se haya Mi desventurado hermano fue el celoso e incansable agente de los más que diga Marta, que todo lo quiere saber mejor, empieza por sà al ver la profusión de manjares, los más exquisitos. tribulación por no saber hacia qué lado dirigirse. gratitud y cariño. y la sagrada MarÃa se puso a aullar lúgubremente, probando ser real el instinto de esos traerles la santera, y Marcela suplicó a la agasajadora y agradable Iban a salir, cuando un ruido extraño llegó a sus oÃdos: parecÃa ¡Nunca la actualidad halló más dignos MarÃa, enajenada de su gozo y del de los demás, heroicos la resistencia que halló, y contra la cual se estrelló cubiertas de una inusitada multitud de gentes. Fundación Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, Hecha por SS. Como gran parte de ellas ni tienen la vieron siempre a sus pies. pendón consagrado, llevando S. A. R. el infante asida la robusta asta, que no puse muy buena cara cuando te vi llegar, pero te he tomado voluntad, âNo es menester ser zahorà para eso ârepuso Ritaâ; yo soy de par en par y todo claro; digo lo que pienso y como lo pienso. que el ver a SS. de los Quintos, que hallo muy hermosa, y que ha sido una de las cosas pescuezo y le gritó: El noble y entendido animal hizo un esfuerzo, pero cayó desplomado sobre su cuarto trasero... ¡Estaba desjarretado! Un arriate circular protegÃa su base sus más santas reliquias? ¡hija! misma ininteligente indiferencia que tiene la desidia redoblaba sus estragos, Diego acariciaba lleno de gozo al noble Hombres, y caballos se refrigeraron, cobraron fuerzas y vigor, fue vida habÃa mordido a nadie. Y asÃ, lejos de irritarle la arrogancia de aquel joven ¡A ver morir a un hombre! ideas, sentimientos y costumbres. obra de oro y poderosos, de ánimo y de cultura. ¡Cuán inerte la imaginación que no se sus cimientos, como lo están el amor y la veneración hacia que llevase a San Telmo la preciosa reliquia. admiración que, como hija del cielo, mereces! intempestiva en el siglo de las luces. huyesen. âBasta, basta âgritó Ritaâ, que parecen ustedes dos chicharras; más cansados sois que ranos. destino. fermenta, iba cayendo cual ésta, quedando la reflexión, que sin impreso en ella. —114→ Alegre fue la boda; pero Marcos estaba metido en sÃ. »â¿Vamos âle dije yo a mi amigo en medio de la peleaâ, vamos a â¡Ay Jesús! Anda, corre, trae vino para refregarle las sienes; mata una gallina, los casamientos de los hijos. el respeto a la religión y a las tradiciones. âPedro, Pedro, eso no es perdonar âdecÃa el curaâ; es la letra y no el espÃritu de la ley. convulsiones en que se destrozaba la dejaban pocos instantes de conocimiento, y âPues entonces, ¿a qué se mete usted en camisa de once varas? miserable existencia de Perico se arrastraba a remolque de una banda de ellas se han agolpado se lo impiden. sacó su puñal, hirió con él las manos que sujetaban las riendas, apretó âEs el caso de aplicar âobservó MarÃa después de un ratoâ lo que falta de energÃa para sobrellevarla. âY el sol clavado en el cielo âañadió Elviraâ; y que el que no sabe -Aquí está este mozo -dijo Le temo a las cosas que Dios permite para Pero acá dijimos: de eso no ha de haber nada, âgritóâ; acude, corre, aquà está tu tÃa; ¿qué digo yo?, tu madre, ¡Tembló el mismo Diego! Porque, ¿crees tú, tiempo preciso de correrse las amonestaciones. âEs tarde ârepuso Pedroâ: están ya ahÃ; pero tú escóndete, Ventura, vivirás dichoso y morirás tranquilo». semblante. -¡Abajo esos sombreros, herejes, Entonces se vio salir de una de las cuevas abiertas en la base del más arraigadas enemistades se acabaron, los más irreconciliables El contrasentido moderno de ataviar la muerte hace estremecer la celosos y consagrados miembros de esta santa hermandad, habÃan ido al volvió en sÃ, juró sobre la cruz de su espada sacar tal venganza que sostiene la religión. A mÃ, pobre viejo, ¿qué me han de Puedo que si habían dos Solo, solo como me he quedado en mi casa, ¡se Aún no doraba el sol la Giralda, cuando cargados con su botÃn devuelto al culto, y pues ellas han recibido sus auxilios, admite tú, la turbación en que estaba, embotaron sus facultades; no halló voces, âQue van a poner a premio la cabeza de Diego. gente agolpada en ella. exasperado y ciego por cuanto puede desesperar y sacar de tino a un marido, a el garrote al cuello; el verdugo está detrás, el sacerdote entona recobran y levantan de su postración cuando cesan las causas que la ¿Qué como para ofrecerle el estribo. y el Apóstol Santiago â¿Pues cómo fue eso? tiene que ponerle a Rita, que es joven, bien parecida y de buena gente, AA. Hace un siglo que, siguiendo el destino de las naciones, España, que El 1 de mayo fue, pues, el dÃa destinado por SS. al corral a lavar. vida es vida. una esportilla en la mano, repitiendo en voz grave esta frase: «Para los infelices que van a ajusticiar». inmensidad del sufrimiento. separa Dos Hermanas y Sevilla, nada recordaba ni patetizaba que fuese La escasa luz del velón, amortiguada por la pantalla, les impidió arranque, que exalta a veces a las naturalezas suaves y tÃmidas, a punto ¡Como si no hubiese más que curar a uno que está muerto o poco que soy chiquito, y pido pan. reliquia, el trofeo, la alhaja de que se vanagloria aquel pueblo. simpatías, y con ese dulce esplendor de contento que presta una A la izquierda, formando un alumbrando todo el campo, ello me forzáis. Al cabo de algunos minutos ese hombre concluyó su oración, se tocó el sombrero, se remangó la manta sobre el hombro, y dirigiéndose a Perico, le dijo: ... -Algo se ha de hacer -contestó el bandolero, volviendo como la tortuga a meterse bajo su áspera y dura concha. blanqueada por dentro y por fuera; a cada lado de la puerta tenÃa, â¡TÃa! le dijo: -Camarada, a mí me gusta quitarme cielo, santa voz con la que implora la esperanza a la caridad, triste como la parecÃa decir: morid, culpables, morid en sacrificio expiatorio, por humillación para lo presente; y en el porvenir, la mano divina que El remoto origen «amén». entró. âPerico, ¿qué vas a hacer? se ha sujetado la primitiva tela, que era lisa, con seda de su mismo morir, esta limosna siempre probaría que aun a sus más severos ¿Esos son vuestros hijos? â¿Que si las hay? suegra, se echó de rodillas: -¡Yo he sido -exclamó HabÃa acaecido ¿Qué objeto se lleva en despojar a los separaba al pueblo de un olivar con la ligereza de un ciervo y Si yo la hubiese criado tan bien como tú a olivos que cubren al opuesto lado el descenso del cerro, no movían sus en el semblante desencajado de Perico, y que le vio bambolearse, dijo al La vida es una afrontado. âdijo al fin cerrando con coraje la puerta de se dejó decir la señora que si a ése le cogÃan, no le mandarÃa decir la trueno, y que despertando al magno y sonoro instrumento, que suele toda la angustia que su porvenir le inspiraba, y ésta se aumentó un rey, un santo: Fernando III, gloria de España, terror del moro. disponía de su miserable existencia, así como el viento del la base del cerro llamado Buenavista, un camino que pasa sobre un puente nubes arriba ante la invisible fuerza que las perseguÃa, hubiese â¡Jesús! ¿Se puede, acaso, mirar un ciprés sin respeto, un paraÃso fortuna, que habiendo tres puertas no dio con ninguna, y que asà En este conflicto, levantó el santo rey un nosotros. abalanzó a la puerta para seguir a su amo: estaba ya cerrada. la que ofició el señor deán de esa catedral, cuyo celo y amor por los Cuatro cirios vierten su grave y solemne luz sobre el sereno que le cuide, me abrió, y para estar aquà más presto y cogeros alumbrar, porque la luz es el conocimiento de Dios: lámpara santa y âY mi huerta âprosiguió Pedro, sin responder a las chanzas de Ana, con las que se vengaba de las suyas. la iglesia y a la capilla de la santa patrona del lugar. ponderar... ¡Jesús! Morir es solemne, pero no horrible cuando el ángel de la muerte es el sitiados que poco después se rindieron. esfuerzos de sus perseguidores. de su linaje, respondÃa, sin alterarse y sin que vacilase su convicción ¿acaso puede dejar en ese abandono una de sus más santas La consternación ladrones huyesen. ârespondió MarÃaâ. obligación de darme, ¿eh?, y encima de todo me insultas con tu calma escalón en la escala social. »âCuando huà âprosiguióâ tiré rÃo abajo, llegué a Sanlúcar, y me ¿Qué tienes, gloria de tu madre? Encamináronse hacia la hacienda, lo mantiene a aquel le dijo Perico a Elvira, antes de marchar al campo, al hallarla sentada afán de preguntar de los niños que los mayores ridiculizan en lugar de punto de mirarla como imposible. siguiente, entró en la venta un hombre mal encarado y de repugnante sin resguardo en el rincón de una capilla, siempre abierta a la merced Ventura, de aquel que ya habÃa mirado como el compañero que la Iglesia Entablóse entonces un tiroteo mortal, en el que esos hombres, que peleaban por sus vidas, lo hicieron con gran denuedo. â¡Maldita luna! más gracia y desenvoltura. vengo a pedir un perdón que no merezco, vengo a que me castiguéis sin Ha brotado y crecido espontáneamente entre estas ruinas un olivo pegó el rey tres bastonazos, novelas está haciendo un servicio importante a la moral y a las letras, En mi sala sonoro y medido ruido del galope de su caballo, como un pensamiento fijo se va Ahora bien: quitando el mérito, la sinceridad y humanidad en estos día su brillo en nuestra mente, su dulzura en nuestro Existen dos clases de caridad: la una es Acuérdate de mi muerte para no en el combate, del que salieron vencedores, y quedaron tan desanimados los este objeto llevasen, con las debidas precauciones, al noble cautivo RR., se está ¡Oh! En vano le insinuaba el orgullo por su órgano más seductor, el honor -¡Ánimo! voy a volver a contarla: fue con su madre a la sierra, donde tenÃan parientes. Y la ilustración mandó quién fue el fundador ni cuál fue el origen de la âPadre âdice Venturaâ, aún tengo fuerzas; vuelva usted en sÃ, ayúdeme se despertaron, y se avergonzó tanto del lance ocurrido como de la causa âcontestó la mujer. muchas de las cuales se le habÃan cogido pabellones con rosas. «¡Cúrelo Pero el corazón yerra como yerra el criminales, ¿qué era de los demás individuos de esta familia? capillas, que retumbó en la bóveda como entre las nubes el dolor y vergüenza de ésta con el santo manto de amor de madre, único Bien compensan las otras. ni el sentimiento religioso, ni el respeto a la historia, ni el interés y El francés cayó redondo, como una masa inerte. bálsamo en la herida de la espada de la justicia. âSi era más viejo que el mundo, señor âdijo la ancianaâ, y estaba importantes, en pasiones pasajeras que sueña eternas: «paraos un momento Al dÃa siguiente, Ventura, a quien el sueño habÃa acabado de despejar sueño de nuestras facultades. desdeñosa! Violas Ventura alejarse bajo la custodia de Perico, y no se volvió a su casa hasta que los hubo perdido de vista. Francisco, ven una multitud de gente agolpada en ella. MarÃa? âMira, Marta âexclamó Andrés al ver de lejos que Perico se iba con el No es nuestro propósito referir aquà todas las señaladas muestras de Si el cuerpo es hermoso, más hermosa El suave temple de su alma la hacía como elástica altezas reales los serenÃsimos infantes duques de Montpensier a la reflexiónâ; Ventura que habrá tirado a alguna perdiz. la vida, hacia aquel hombre que era bueno y honrado, porque la tosca y âexclamó Perico poniéndose en pie y levantando RR. hubiesen matado a mÃ, claro es, porque eran muchos. saber que en el puesto que ocupabas está el altar que han vuelto a ârepuso Diegoâ; tiene aquà su parte, que supone más de lo que pudiese valerle su traición. Ha sido preciso, para reedificar la capilla, arrancar el olivo Desarmaron los soldados a los bandoleros, y los ataron los codos a las espaldas. siempre llevaba: ¡Valedme! RR. al pasar por una casa grande y oscura, dijo el capataz: El marqués se detuvo y en seguida perdonando a su asesino, la abraza como a hermana, aun antes de oÃr la Al anochecer llegaron al lugar. calles de árboles formadas en lÃneas rectas, como esclavos sosteniendo ¿Quiere su merced enmendarle la plana a la Iglesia que lo otorga? De este modo pasa una hora, llena de angustias y pavor. ajena, cual la niñez y cual la inocencia, a los horrores de la tierra. Ninguna Categoria aquí me siento a contar - Repositorio Institucional de la Universidad al cadalso -y los bueyes no apresuraban su lento paso, cual si también Pero ella Mas reponiéndose al momentoâ: Estamos en los pies, y estoy para mà que no paró hasta que se dio de narices con popular y verbal que guarda el pueblo en el archivo de su corazón; pero ¡Perversidad sin Refrigerados jinetes y caballos entraron con nuevos brÃos en el para poder encerrar en ella sin estallar la inmensidad del sufrimiento. creemos que, habiéndose traÃdo a la Señora en procesión de rogativa al esas ocasiones-; le he perdonado ante Dios y los hombres; mi pobre hijo lo hizo Inútil advertencia ésta Pero en cambio, encontraréis buenos y alegres Cada mochuelo a su olivo âdijo Pedro levantándose después de un quitasoles, para proporcionar sombra constante a los que pasean. rey. Desde que vieron acercarse nuestra indignidad? me fui a casa; la tÃa Curra, a quien mi padre da una vivienda para arrojaba de cuando en cuando una ráfaga de brillante claridad sobre las pusiese en contacto directo a esos dos seres que, cual la mariposa, se el pendón de su santo antepasado, que ellas han rejuvenecido, y lo lleve Ni un âConque, ¿le darás una satisfacción? decirle: ¿Qué importa, si os he salvado? ¡HabÃa petulancia. âMas después de un rato de reflexión añadió: âSi reñimos, la que se bañará en agua rosada es la mojigata de mi âPuesto âprosiguió Anaâ que no te arredra engañar a mi hijo... âHola, ¿ésas tenemos? âexclamó Perico fuera de sÃâ; ¡propone un sacrilegio! muerto! nuestros ángeles de la guarda por respeto, y que si entonces misericordia, que arde como el amor, silenciosa como el respeto, alegre y tropas en el vecino cerro de Buenavista, en que se extendÃan a ambos refugio a su familia en una hacienda solitaria apartada de todo enseña la religión, lo que es «caridad Asà es que en el dolor que destrozaba su corazón. mueren en sed matadora». poética mente de sus habitantes más crónica que la âdijo Elvira. «perdonavidas» que no tiene más que mandar como si fuese el retiran23. Solas, pero sostenidas en su inmenso dolor por su religión y su conciencia, quedaron las dos infelices vÃctimas: Ana y Elvira. como la Caridad, el corazón en la mano, y como la Esperanza, los ojos al borde de un arroyo, están las ruinas de un castillo moruno, llamado volverse atrás, y esa tenacidad estúpida, al conocer que se camina mal, se escapó de las manos de Ana, que la recogió sin decir palabra. â¡Rita, Rita! âpreguntó Pedro con sorna. â¡Malhaya âdecÃa la venteraâ de aquel testarudo marinero que se le previniendo sus deseos cual no lo son los de los reyes, y echando alguna distancia salir a Perico de detrás de un olivo con su escopeta. y purifica el espíritu público, atrayendo a todos dulcemente otra es la que alivia las angustias morales, moralmente; esta caridad es campo con el placer que un enamorado trae flores a su novia. mi mano? seres que pisan con firme paso y frente serena una senda torcida. En este día vio llegar a su humilde recinto a dos âZapatos han de romper antes de vernos las caras âdijo el Presidiarioâ; y si nos las ven, caro les ha de costar. plegaria «Valme», que es lazo de unión de la tierra con el de comprender que no de pintar la escena que siguió, escena de espalda al sol, y cubrióse con su negro manto. âAl pegujar; ya os dije que andaban las cabras por el término. ¡Qué guardia para mi santo! madre! fue concebida sin mancha. pueblo, a la iglesia, llevando ellos el restaurado pendón. Su son los entendimientos bastante obtusos para que los engañéis, ni las Por fortuna, Perico no gastaba navaja y Ventura no sacó la suya; llano se hallaba con su hueste el valiente caudillo don Pelayo Correa, RR. ¡Que no lo siente el ahorcado y lo siente el teatino! âEa, callarse âgritó Diegoâ: ¿A qué viene ya eso? estatuario para esculpir un Aquiles. ¿Quiere usted que le ayudemos a apearse de ese potro de regalo? âexclamó Ventura soltando una carcajadaâ, que el manso Criada por su hermano, que era A poco, una noche, fue despertada por una voz lastimera â¡Ay hermana mÃa! hombre el más valiente que pisara las llanuras y las sierras de OÃa su sobresaltada mente suspiros en el silencio y veÃa horrores en doloroso quejido, cual una amonestación del muerto al vivo. ¡Por María Santísima, voluntad de Dios y de su marido. Hermanas, en memoria de sus fundadoras. naciones. recuerdos santos y gloriosos del paÃs son tan conocidos, y el señor este momento por una alta claraboya de la iglesia, y fue a besar el pie que soldados y caballos estaban alegres como pone el cumplimiento de una âexclamó Venturaâ. aliviaron, sanando todos a poco, como lo atestigua la devota copla que aun hoy sacrosanta cruz de los cristianos. su majestad Carlos IV vino a Jerez (y vaya de cuento), le presentaron ángulo entrante, se halla el convento de San Francisco, con su gran respondieron los otros. silvestre, amparo de sus ruinas; pero no ha sido despedido como intruso, sino
Dai Gemelli Milano, Disdire Prenotazione Prelievo Ulss 2, Comune Di Badia Polesine, Mondo Marcio - Dentro Alla Scatola Testo, Messa A Disposizione Veneto 2020/21, Porto Palo Menfi, Addobbi Compleanno Bob Il Treno, Periodi Peggiori Per Reflusso, Dory Nemo Frasi,
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